Entrevista entre Carmen Cortés y Alicia Dominguez sobre: “la etapa intrauterina y el gemelo solitario”
Entrevista entre Carmen Cortés y Alicia Dominguez sobre: “la etapa intrauterina y el gemelo solitario”
para el proyecto SNORU (www.proyectosnoru.com), publicada el 20-3-2018.
Los gemelos, por Ana Feal
Hola Carmen, ¿qué es lo que has encontrado tan fascinante en la vida intrauterina para dedicarte a investigar y trabajar en ella?
Carmen Cortés. Efectivamente la etapa intrauterina me parece fascinante, en ninguna otra etapa vital experimentamos cambios y transformaciones del calibre de lo que tiene lugar en ella. El proceso de ser una primera célula y crecer y desarrollarnos hasta un cuerpo humano completo es de tal magnitud que simplemente es una maravilla.
¿Podemos afirmar que hay vida antes de nacer?
La primera célula que somos, fruto de la unión del espermatozoide de nuestro padre y del óvulo de nuestra madre ¡está viva! Ahí comienza nuestra existencia.
Entiendo que tu pregunta se encuadra en el marco de los que opinan que un embrión todavía no es un ser humano, para mí esta opinión es un intento de negar lo obvio, existimos desde el momento en que esa primera célula se forma, existimos en forma de zigoto, en forma de mórula, en forma de embrión, en forma de feto y en forma de niño o de adulto. Todas ellas son diferentes etapas de mi crecimiento, pero soy yo en todas ellas.
¿Se puede recordar lo vivido antes de nacer?
Tanto por lo visto en mi experiencia como psicoterapeuta como también por la experiencia de colegas, así como en las investigaciones realizadas sobre esta primera etapa vital, se pone de manifiesto que es posible acceder a recuerdos de esta primera etapa. Puede ser que estos recuerdos no tengan la misma forma que los recuerdos de nuestra infancia o adolescencia, muchas de esas memorias están guardadas somáticamente. Pero estos recuerdos pueden ser extremadamente precisos en muchos casos. Los psicoterapeutas infantiles que trabajan con niños pequeños, de 4 ó 5 años saben que los niños en esta edad tienen recuerdos claros de su vida intrauterina. En nuestro libro “El gemelo solitario” aparecen referencias a un par de casos que pueden resultar sorprendentes, pero que nos muestran lo que los niños pueden recordar de su etapa anterior.
¿Qué es la memoria prenatal?
Yo diría que es el registro que queda de las experiencias vividas durante esa etapa. Como decía antes, esta memoria no queda almacenada en forma de lo que comúnmente entendemos como recuerdos, sino que más bien son patrones emocionales o de conducta, creencias que pueden existir a un nivel más o menos consciente, memoria somática, es decir sensaciones o emociones que dejan una impronta en el cuerpo, y también un tipo de memoria que es aún más sorprendente, la que Thomas Verny llamó la memoria que no tiene base fisiológica. A este respecto leyendo a investigadores de la vida prenatal nos encontramos con abundantes testimonios de personas que tienen recuerdos tan tempranos como la concepción.
¿Lo que sucede en este período, permanece en nosotros como una huella imborrable? ¿Hasta qué punto es determinante, o de qué manera nos influye?
En mi opinión nuestra primera etapa de vida es la que más nos define, pues es la etapa creativa y formativa por naturaleza. En ese sentido las experiencias de esa primera etapa sin duda son importantísimas. Y a la vez, la vida sigue y continúa, y lo que ocurre después también es muy importante. Cuando nacemos y llegamos a nuestra familia, ¿con qué nos encontramos? Según las experiencias que tengamos en esa segunda etapa, lo ocurrido durante la primera se reforzará o se transformará.
¿Cuál crees que es, como seres vivos, el primer recuerdo que creamos?
Es difícil decir, no creo que sea lo mismo para todas las personas. Durante los trabajos que hacemos de regresión a esta primera etapa a menudo nos encontramos con que las personas tienen recuerdos muy tempranos, de las primeras semanas del embarazo, o de los primeros días. Como he dicho antes leyendo los libros de investigadores como Chamberlain o Emerson, vemos que ellos han recopilado abundantes experiencias de personas con recuerdos de la época de la concepción. Mi impresión es que dadas las condiciones adecuadas o según el impacto o la importancia de lo acontecido, seguramente todos podríamos acceder a recuerdos de ese momento.
Cuando hemos puesto cierta consciencia en el impacto de todo lo que un bebé intrauterino puede llegar a vivir, como madres a veces intentamos hacer “algo” para hacerlo lo mejor posible… ¿Crees que hay una manera adecuada, o más correcta, en que deba suceder la vida intrauterina?
¡Yo diría que lo más importante es el amor! Y después asumir que como madres también cometeremos errores, es imposible no cometerlos, simplemente somos humanas.
Pero si hablamos de condiciones ideales, sabiendo que son ideales y que la vida se resiste a nuestro control, yo diría que cuanta más tranquilidad tenga una mujer durante su embarazo, cuánto más apoyada se sienta por su pareja y por su familia, cuantas menos preocupaciones tenga respecto a los detalles de la vida y por supuesto respecto a su embarazo, mejor. Eso no significa que una mujer deba encerrarse en una campana de cristal ni mucho menos, simplemente vivir con tranquilidad, haciendo espacio en su día a día para la nueva vida que crece dentro de ella, vinculándose día a día con ella… La naturaleza hace el resto.
¿Cómo y dónde se guarda la información de lo que vivimos en el útero materno y cómo se puede acceder a esa memoria?
En nuestro libro “El gemelo solitario” hablamos de diferentes tipos de memoria, diferentes maneras en que las experiencias son registradas y almacenadas. Una es la memoria con base neurológica, que sólo está disponible en el último trimestre de gestación pues depende de la formación del cerebro. Otro tipo de memoria es la memoria celular o memoria somática, en nuestro cuerpo quedan registros de mi entorno y experiencias en la forma que éstas afectan a mis células y órganos. También hay otro tipo de memoria que es la extracorporal, memoria de la que sabemos menos y que simplemente atestiguamos. El Dr. Verny en su libro “La vida secreta del niño antes de nacer” se refirió a este tipo de memoria como una fuente importante de los recuerdos de la vida intrauterina, sobre todo de los recuerdos tempranos. En mi imagen de esta memoria yo diría que aquí es el alma la que recuerda.
Respecto a cómo acceder a los recuerdos intrauterinos, hay diversos métodos para ello, uno que se utiliza con frecuencia son las regresiones, también el trabajo con el cuerpo es una vía clara y directa para acceder a ciertas memorias. Y el trabajo con hipnosis.
¿Cómo se cura una herida prenatal?
Un camino es accediendo al recuerdo, entrando en contacto con la experiencia que tuvimos. Éste es el primer paso y es muy importante pues en la mayoría de los casos no somos conscientes de la experiencia ocurrida. A mi modo de ver, éste es un proceso delicado y es necesario hacerlo en un entorno seguro y cuidadoso, acompañado por personas que tengan conocimiento acerca del trauma prenatal y del trauma en general. Una vez en contacto con la experiencia podemos elaborarla, reprocesarla y darle una nueva forma, de esta manera podemos relacionarnos mejor con ella. Una parte importante de la sanación tiene que ver con escucharnos a nosotros mismos, con recoger y atender al pequeño ser que fuimos y qué pasó por la experiencia traumática.
Has desarrollado un trabajo muy interesante junto a Peter Bourquin acerca de la experiencia del Gemelo Solitario, en vuestra página web podemos leer “Uno de cada 10 embarazos comienzan como un embarazo múltiple, aunque sólo uno de cada 100 partos acaba siendo un parto de gemelos. La gran mayoría de los gemelos o trillizos se pierde antes del parto. Finalmente nace un solo bebé, que en realidad es un gemelo solitario. Esta experiencia deja una huella profunda”.
¿En qué consiste esta huella? ¿De qué manera queda impresa esta vivencia en el cuerpo-mente del niño que nace habiendo perdido a su hermano en el útero?
La experiencia de perder a un hermano en el útero materno deja un fuerte impacto en el sobreviviente. Éste puede tener diferentes formas, desde una añoranza constante por algo que no se sabe lo que es, una melancolía o tristeza que es como una música de fondo en la vida, y que impide disfrutar lo que aparentemente sería un buena vida, la búsqueda constante de algo: la relación perfecta, las condiciones ideales. También puede tener el efecto de tener mucho miedo a las relaciones íntimas y evitarlas, o de encontrarse con personas con las que de nuevo se pondrá en escena el guion del abandono… Éstas serían sólo algunas muestras en que podemos reaccionar a esta primera pérdida.
¿Es necesariamente una experiencia triste? Reflexionando acerca de lo diferente que se puede abordar el hecho de la muerte y estando tan modulado por el condicionamiento cultural… me pregunto si un embrión, un bebé, aún sin lenguaje ni proceso de culturación, podría vivir esta pérdida como algo “normal”, aprehenderla como parte de la vida.
Aquí sólo puedo contestarte diciendo que la tristeza es uno de los sentimientos más comunes de los gemelos solitarios con los que nos hemos encontrado. La tristeza y la soledad.
Entonces… ¿ya antes de nacer hay consciencia del sí mismo diferenciado del otro?
Cuando se acceden a memorias intrauterinas por supuesto se recuerdan desde una consciencia personal, así que la respuesta sería que sí, hay consciencia, pero mi impresión es que probablemente no es igual a la que tenemos de niños o de adultos. También es muy diferente hablar de un embrión de pocos días o de un feto de 8 meses. En cualquier caso creo que también el hecho de recordarlas desde nuestro ser de adulto contribuye a la forma que le damos al recuerdo de la experiencia. Es decir, nuestros recuerdos están teñidos también por nuestra consciencia de hoy.
¿Cómo es posible que algo que atañe al 9% de la población sea algo tan desconocido?
Creo que es porque hasta hace muy poco tiempo se ha considerado que lo que ocurría antes de nacer no tenía ninguna importancia. Es decir se consideraban importantes sólo los aspectos biológicos y fisiológicos de la gestación, no se consideraban importantes los efectos psicológicos de las experiencias prenatales.
Supongo que este porcentaje está subiendo con el aumento de los casos de fertilidad asistida. ¿Qué sucede entonces en los procesos en los que se hace selección de embriones? ¿Tenéis experiencias con este “perfil de sobrevivientes”?
Otra vez me voy a referir a nuestro libro pues ahí incluimos dos experiencias de colegas que son terapeutas infantiles. Uno de estos casos era un niño que había sido concebido in vitro con otros cinco embriones, y es impactante leer cómo la pérdida de sus hermanos le generó una fuerte fobia a todos los objetos punzantes. La memoria queda.
En el trabajo que desarrolláis desde ECOS para la sanación del Gemelo sobreviviente, imagino que llegáis a presencia situaciones fascinantes, en cuanto a los testimonios de las personas que acceden a su memoria intrauterina y a la manera en que se ordenan sus conflictos… ¿compartirías con nosotras alguna historia que nos inspire a sentir que la vida es más de lo que parece?
Lo más impactante de este trabajo es ver los cambios que se producen en las personas después de hacer este proceso. Éste no es igual para todos, pero nos hemos encontrado con muchas personas que han pasado de vivir con tristeza, infelicidad, con poca capacidad de hacer su propia vida o de dar forma a sus proyectos, y al cabo de un tiempo su vida se transforma y han podido disfrutar más plenamente de estar vivos y de ser quienes son. Y vemos la importancia de recuperar la consciencia de lo vivido en esta primera etapa para poder sanarlo e integrarlo. Recuperándolo e integrándolo se hace posible en algún momento dejarlo atrás y estar más disponible para el ahora.
¿Qué significa para ti estar en contacto con algo que a primera vista resulta casi milagroso, el constatar que hay vida consciente antes de nacer, que somos nosotros mismos desde el principio?
En realidad la vida misma es un milagro y la vida consciente aún más. Incluir nuestra primera etapa vital me parece lo natural, lo contrario es una gran omisión.
Para terminar, te lanzo una pregunta poética… ¿Dónde estabas antes de venir aquí?
Te contesto con un fragmento del poema “La verdadera fuente” de Thich Nhat Hanh:
“Hay en mí un niño pequeño.
Su mano izquierda descorre la cortina de la noche:
Su mano derecha sostiene un girasol, su antorcha.
Los dos ojos del niño son estrellas.
Sus cabellos vuelan en rizos al viento,
Como nubes sobre la vieja jungla en una tarde de tormenta.
‘¿Qué buscas? ¿Adónde vas?
¿Dónde está la verdadera fuente? ¿Cuál es el destino final?
¿Cuáles son los caminos de regreso?’
El niño pequeño simplemente sonríe.
La flor de su mano se transforma
repentina en un sol rojo y brillante,
Y el niño continúa en solitario su camino,
a través de las estrellas.”
Carmen Cortés
*En su perfil profesional encontramos un riquísimo e interesante currículo: es codirectora y profesora docente de ECOS – Escuela de Constelaciones Sistémicas. Experta Profesional en Constelaciones Familiares y Sistémicas por el Real Centro Universitario María Cristina (RCU). Terapeuta humanista formada en diversos enfoques: Terapia Gestalt, Programa SAT de psicoterapia integrativa y eneagrama con Claudio Naranjo, “Brainspotting”. Terapeuta corporal formada en la “Gimnasia de Centros de Energía”. Formada en “Integrative Psycotherapy” con Richard Erskine. Imparte talleres de Constelaciones Familiares en diferentes ciudades de España. Ha colaborado en la formación y supervisión de profesionales con diversos institutos terapéuticos en España y Latinoamerica. Y es autora junto con Peter Bourquin del libro “El Gemelo Solitario”, publicado en la editorial Descleé de Brouwer.